Después de que su padre Jacob murió, los hermanos de José le pidieron que los perdonara. Él ya los había perdonado diecisiete años atrás pero ellos no le creyeron. Muchos cristianos hacen lo mismo cuando una y otra vez le piden a Dios que les perdone días, meses o años después de que ya le habían pedido su perdón en la confesión. Aparentemente no creyeron que Dios les había perdonado. Aunque Dios, la Iglesia, la Biblia y el sacerdote en la confesión digan que ya fueron perdonados, ellos no lo creen. Se hacen víctimas de una falsa culpa.

Cuando nos arrepentimos, todo el cielo se regocija (ver Lc 15:7). El Señor quiere que nos unamos en la celebración de nuestro bienestar. Él no sólo quiere que seamos perdonados sino que nos sintamos perdonados – para disfrutar y regocijarnos en el perdón que ha sido posible por su muerte en el Calvario.

Cuando los hermanos de José le pidieron perdón por segunda vez, él lloró (Gn 50:17). El Señor también se entristece cuando dudamos de su perdón porque de ese modo nos privamos del gozo de ser liberados del pecado. Asique ten fe y regocíjate por ser perdonado. Agradéceselo al Señor y dile al mundo que has sido liberado, perdonado y amado.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013

El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.