más vale tarde que nunca
"En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer" (Tobías 2:1).
Posiblemente tu celebración de Pentecostés no fuera la mejor. Tobías tuvo un problema similar. Cuando Tobías celebró Pentecostés, él vivía exilado. Su cena de Pentecostés fue interrumpida al encontrar el cuerpo de un ahorcado que había sido asesinado. Tobías lo escondió en su casa, para enterrarlo en secreto, una vez cayera la noche (Tb 2:3-4). De manera que, el Pentecostés de Tobías, se volvió "en duelo" (Tb 2:6). Él comió su comida en pena y lloró (Tb 2:5,7). Más adelante las cosas se pusieron peor, cuando Tobías quedara ciego en un accidente poco común (Tb 2:10).
Tu Pentecostés quizás no fue tan mal, pero ¿Qué tan bueno fue? ¿Estuviste lleno del Espíritu Santo? ¿Haz guiado o tratado de guiar a otros al amor salvador de Jesús? Si no lo haz hecho, entonces regresa a la Cuaresma. Arrepiente en las cenizas y ayuna como Jesús ayunó. Renueva tus promesas bautismales igual que la Iglesia lo hizo el Domingo de Resurrección. "Entonces recibirás el don del Espíritu Santo" (Hch 2:38).
Pentecostés no tiene que terminar, podemos volver hacerlo. ¡Ven Espíritu Santo!
Oración: Padre, que no me conforme con nada menos que un Nuevo Pentecostés.
Promesa: "La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular; esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos" (Mc 12:10-11).
Alabanza: San Carlos y sus compañeros denunciaron la impureza sexual de su tiempo, arriesgando sus propias vidas para ser consecuentes con el Evangelio. Ellos no cedieron, aun cuando sus vidas estaban en peligro y fue así que ellos murieron mártires fieles.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013
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