señor… ¿bendícenos?
"Él comenzó a enseñarles" (Mateo 5:2).
En la lectura del Evangelio de Mateo del día de hoy, sobre las bienaventuranzas, Jesús les enseña a sus discípulos y a nosotros por primera vez. Jesús, el gran Maestro, sabe que una buena primera impresión y una sólida presentación son críticas. Es así como su enseñanza inicial es muy importante y se refiere a cómo podemos alcanzar la felicidad verdadera.
La palabra "bienaventurado o dichoso" significa "feliz" (Mt 5:3-11). En las bienaventuranzas, Jesús garantiza felicidad y bendiciones. En la cultura de hoy los libros que tratan sobre cómo ser felices, son los que más se venden. Con semejante demanda por la felicidad uno pensaría que las biblias volarían de las perchas de las librerías, que los grupos de estudios de biblia sobre las bienaventuranzas se mantendrían llenos y que las parroquias tendrían cientos de personas registradas en sus programas de formación en la fe, todos los años.
Pero no es así. La explicación lógica es que la gente no cree en Jesús cuando nos dice cómo alcanzar estas bendiciones y ser feliz. Es como que la gente lee las bienaventuranzas y piensa, "Si ser humilde, sufrido, y perseguido es como tengo que vivir para ser feliz, entonces preferiría no ser 'bendecido.' "
Tenemos pues que preguntarnos en dónde descansa nuestra fe: ¿en el mensaje del mundo o el mensaje de Jesús? Veamos a Elías en la lectura de hoy. Fue perseguido por el gobierno a causa de su mensaje profético y obligado a esconderse. A pesar de eso fue bendecido, ya que Dios milagrosamente lo alimentaba cada día (1Re 17:6).
No vivamos una vida a medias (Cfr. 1Jn 3:14), conformándonos "con lo que no nos da satisfacción" (Is 55:2). Tengamos fe en Jesús (Jn 14:1). Vivamos las Bienaventuranzas.
Oración: Jesús, que yo no trate de tomar tu lugar y fabricar mis propias bendiciones. Dame la gracia de vivir las Bienaventuranzas cada día.
Promesa: "Así como tú compartes los sufrimientos, de esa misma manera compartirás el consuelo" (2Cor 1:7).
Alabanza: El vivir en absoluta pobreza le dio al hermano José, una paz que nunca antes había experimentado.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013
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