sorprendió a la vida
"El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lucas 1,35).
¿Por qué se convertiría en ser humano el Dios Santo? (Ver 2Cor 5,21). Para los musulmanes y los judíos parece blasfemo sugerir que el Ser Supremo se convirtió en un pequeño ser humano implantado en la pared del útero de María. ¿Por qué el Creador se convertiría en una criatura? "¿Cómo puede ser eso?" (Lc 1:34).
La idea de que Jesús se encarnó, debiera perturbarnos, inquietarnos. Frente a esta realidad, podemos sentirnos confundidos o experimentar el "temor del Señor". Si aceptamos el don del Espíritu del temor de Dios, crecemos en sabiduría; aceptando que Dios es tan Santo que está más allá de nuestros conceptos de santidad. Sabiamente, veremos que estamos heridos; que únicamente el Dios encarnado, crucificado y resucitado nos puede salvar de nuestros pecados contra el Único Santo. Al aceptar que la Encarnación es un misterio, comprenderemos que lo más sabio es adorar, obedecer y servir a Jesús con entrega. Estaremos deseosos de recibir a Jesús encarnado en la Santa Comunión tan a menudo como sea posible. Hablaremos al mundo acerca de Él. Nunca volveremos a ser los mismos; dejaremos atrás nuestro egoísmo y entraremos a la realidad.
Oración: Padre, "Que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lc 1,38).
Promesa: ""Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo y lo llamará con el nombre de Emmanuel" (Is 7,14).
Alabanza: ¡Aleluya! ¡Dios se ha hecho un ser humano! ¡Por amor a nosotros ha muerto en la cruz y ha resucitado de entre los muertos!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012
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