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Miércoles, 26 de septiembre de 2012

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Santos Cosme y Damián


Proverbios 30:5-9
Salmo 119:29, 72, 89, 101, 104, 163
Lucas 9:1-6

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Reflexiones Similares

"nada me faltará" (salmo 23:1)

"No me des ni pobreza ni riqueza; [provéeme sólo con la comida que necesito] no sea que, estando lleno, te niegue, diciendo:" ¿Quién es el Señor? 'o, estando en la miseria, robe, y blasfeme el nombre de mi Dios. "Proverbios 30:8-9

Jesús envió a sus discípulos a misiones de la siguiente manera: "No toméis nada para el camino, ni equipo para caminar ni bolsos para viajar, ni pan, ni dinero" (Lc 9:3). Los discípulos serán proveídos por su Padre celestial, que sabía todo lo que necesitaban antes de que lo pudieran pedir (Mt. 6:32) y Quién le dio todo a ellos (Mt 6:30). Puesto que Dios era su proveedor, los discípulos estaban libres para concentrarse en proclamar las buenas nuevas del Evangelio.

Nuestra batalla central es la de la fe. ¿Creeremos o no que Dios proveerá para nosotros? Si creemos que el Señor proveerá personalmente para nosotros, no tendremos que robar comida y por lo tanto proveer para nosotros mismos. Jesús preguntó a sus discípulos: "Cuando los envié a la misión sin bolsos ni sandalias, ¿estaban ustedes en la necesidad de algo?" "Ni una cosa", respondieron (Lc 22:35).

Sin embargo, si no creemos en Jesús y sus promesas de que el Padre provee a nuestras necesidades, vamos a robar o hacer lo que sea necesario para satisfacer nuestras necesidades (Pr 30:9). Uno de los discípulos de Jesús, Judas, perdió esta batalla de la fe. Judas robó para atender a sus necesidades (Jn 12:6). De este modo, el profanó el nombre de su Dios (Pr 30:9) y, finalmente, traicionó a Jesús en Getsemaní (Mt 26:49).

Todos los días, constantemente, renueva tu fe en Dios como proveedor y en Jesús como Señor. "Confía en Él en todo momento" (Sal 62:9).

Oración:  Señor, "yo creo! Ayúdame en mi falta de confianza "(Mc 9:24)

Promesa:  "Ahora Jesús llamó a los doce juntos y les dio poder y autoridad para vencer a todos los demonios." —Lc 9:01

Alabanza:  Los santos Cosme y Damián, ambos médicos, proveyeron atención médica gratuita a los pobres, y eran odiados por el gobernador y el emperador. A pesar de la oposición, ellos fielmente sirvieron a Dios en este ministerio.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo de redacción.)

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 22 de junio de 2012

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