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Jueves, 22 de setiembre de 2016

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Eclesiastés 1:2-11
Salmos 90:3-6, 12-14, 17
Lucas 9:7-9

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la miseria de la riqueza, el poder y el sexo

"¡Vanidad, pura vanidad!" (Eclesiastés 1:2).

El libro del Eclesiastés es tradicionalmente atribuido a Salomón porque su autor, Cohélet, es identificado como el hijo de David (Ecl 1:1). Esta asociación hace que el mensaje del Eclesiastés sea más conmovedor. Cohélet o posiblemente Salomón, anunció que todo es vanidad, el trabajo y el dinero son inútiles (Ecl 1:3), "¿qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol?" (Ecl 1:3), y todas las cosas hastían (Ecl 1:8).

Esta es una gran declaración que cualquiera puede hacer, pero es aun más significativo viniendo de la boca del hombre más sabio y rico del mundo. La mayoría de la gente piensa que alguien con 700 esposas y 300 concubinas tendría suficiente entusiasmo para hacer la vida al menos apetecible (ver 1 Re 11:3). Sin embargo, el que lo tenía todo admitió que no tenía nada sino: vanidad.

¿Hay alguna esperanza? Nuestra esperanza está solo en Jesús. "Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo" (Ef 2:3-5). "No hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús" (Rom 8:1). "'Para mí la Vida es Cristo" (Fil 1:21).

Oración:  Padre, "enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría" (Sal 90:12).

Promesa:  "¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…? Ten compasión de tus servidores" (Sal 90:13).

Alabanza:  Al no encontrar reposo en la televisión o Internet, Laura pasó el día con el Señor y encontró descanso.