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Domingo, 28 de julio de 2013

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XVII Domingo del tiempo ordinario


Génesis 18:20-32
Colosenses 2:12-14
Salmo 138-3, 6-8
Lucas 11:1-13

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Reflexiones Similares

rezando en el amor de abba

"Señor, enséñanos a rezar." — Lucas 11:1

¿Está el Señor satisfecho con tu vida de oración? El papa Juan Pablo II, al final de su primera encíclica, Redentor del Hombre, mantiene que nuestras oraciones tienen que ser "grandes, intensas y en crecimiento". También hizo hincapié en que el Señor quiere que nuestra oración combinarse con ayuno, por lo que el Señor ha decidido en esta era hacer de la oración y el ayuno las primeras y más eficaces armas contra nuestra cultura de la muerte (Evangelio de la Vida, 100). ¿Según estos criterios, crees que tu vida de oración satisface al Señor?

Para rezar como el Señor quiere que recemos, tenemos que ver a Dios como nuestro padre amoroso. Es lo primero que Jesús nos enseñó acerca de la oración (Lc 11:2). Tenemos que tener conciencia de que nuestro padre ve nuestra oración y ayuno (Mt 6:6, 18). Abraham se oró con detenimiento para que las ciudades de Sodoma y Gomorra quedaran a salvo de la destrucción. Su oración quedó algo truncada debido a que él:

  • no estaba seguro de que Dios era justo (Gen 18:25),

  • estaba aún menos seguro sobre la misericordia de Dios, y

  • proyectaba sus propios conflictos interiores sobre Dios y así acusaba a Dios de ser impaciente (Gn 18:30) y estar enojado (Gn 18:32).

Abraham no tenía esa idea de Dios como padre amoroso y oraba no según esa consideración.

Nosotros quienes estamos en Cristo podemos y debemos orar siempre con amorosa y tierna confianza en nuestro padre. De esa manera, oramos como debemos (Rm 8:26).

Oración:  Espíritu Santo, ayúdame en mi debilidad con respecto a la oración (Rm 8:26). Haz salir de mi alma ese grito de "Abba" (Rm 8:15).

Promesa:  "Si tú, pecaminoso que eres, sabes cómo dar a tus hijos cosas buenas, cuánto más podrá tu padre celestial dar el Espíritu Santo a los que se lo pidan." — Lc 11:13

Alabanza:  Alabanza a Jesús, quien nos enseña todas las cosas buenas. El es "La resurrección y la vida" (Jn 11:25). ¡ Aleluya!

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013

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