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Viernes, 5 de junio de 2015

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san Bonifacio


Tobías 11:5-17
Salmos 146:1-2, 6-10
Marcos 12: 35-37

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Reflexiones Similares

jesús es el señor

"Si el mismo David lo llama Señor" (Marcos 12:37).

Los demonios creen en Dios (Stg 2:19). En los Evangelios, los demonios se dirigen a Jesús como "Hijo de Dios" (Mt 8:29; Lc 4:41), el "Santo de Dios" (Lc 4:34), "Hijo de Dios el Altísimo" (Lc 8:28). Sin embargo, nunca se refirieron a Jesús con el título de "Señor". Esto se debe a que el título "Señor" implica propiedad, y ellos se han rebelado a ser gobernados por Dios. La Escritura dice: "Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor », si no está impulsado por el Espíritu Santo" (1 Co 12:3), y los demonios no viven según el amor del Espíritu de Dios.

¿Qué hay de nosotros? ¿Estamos rebelándonos contra Dios al no vivir de acuerdo con el Espíritu Santo? ¿Somos mejores que los demonios? Si no, no seremos capaces de dirigirnos a Jesús como Señor. Llamar a Jesús "Señor" tiene consecuencias impactantes en la vida de uno, tal como la obediencia a Jesús. El Señor Jesús dijo: "No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo" (Mt 7:21). La palabra "Señor" es un término bien serio.

La próxima vez que vayas a Misa, cuenta el número de veces que oigas la palabra "Señor" haciendo referencia a Jesús. Ésa es la profesión de la realidad y una declaración de gozosa sumisión al Señor Jesús. Jesús real y verdaderamente es el Señor, es decir, Él es nuestro dueño (ver 1 Co 6:19-20). Le debemos obediencia y lealtad total a Jesús el Señor, en un mundo hostil a su señoría (ver Lc 19:14). Arrepiéntete de rehusar someterte al señorío de Jesús en tu vida. Acepta a Jesús como tu Señor.

Oración:  Señor Jesús, en cada misa, cada vez que digamos la palabra "Señor", que podamos presentar con gratitud cada faceta de nuestras vidas a tu señoría. "Señor, escucha nuestra oración".

Promesa:  El Señor "abre los ojos de los ciegos" (Sal 146:8).

Alabanza:  San Bonifacio trabajó sin descanso hasta su muerte para erradicar supersticiones antiguas del pueblo alemán, llevándoles luz y la verdad. Murió con 30 compañeros proclamando el nombre del Señor.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015

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