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Lunes, 4 de junio de 2018

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2 Pedro 1:2-7
Salmos 91:1-2, 14-16
Marcos 12:1-12

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libre para escapar

"Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia" (2 Pedro 1:4).

Cuando le entregamos nuestra vida a Jesús, escapamos de lo que el mundo ofrece, los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. (1 Jn 2:16), o a hacer cosas impuras o ser avaro (Ef 5:5; Col 3:5). Aunque nuestra pasión sea fuerte, no somos felices cuando caemos en esto, porque eso tiende a hacernos como animales, a deshumanizarnos. Si somos un poco honestos, debemos admitir que nuestras pasiones nos motivan para que tratemos a las personas como objetos para manipularlas y esclavizarlas para nuestra gratificación. Hay algo enfermo y pervertido en nuestras pasiones. Por lo tanto, nos regocijamos de que en Jesús podemos escapar de "un mundo corrompido por la concupiscencia" (2 Pe 1:4).

El Señor llama a algunos a escapar del mundo para que sean monjes, vírgenes consagradas, monjas o hermanos religiosos. Estas personas son como Jesús "signos de contradicción" (Lc 2:34). El Señor llama a la mayoría de las personas a estar en el mundo pero no ser del mundo —a vivir en el mundo pero a escapar de sus pasiones. Mientras están siendo crucificados para el mundo y el mundo para ellos (Gal 6:14), están viviendo en el mundo. Consecuentemente, el mundo los odia (Jn 17:14) por su rectitud y pureza en medio de la lujuria (ver Sab 2:12, 16).

Regocíjense al ser libres para escapar "de un mundo corrompido" (2 Pe 1:4).

Oración:  Padre, abre mis ojos a la esclavitud deshumanizada que existe en la vida de lujuria.

Promesa:  "La piedra que rechazaron los arquitectos es hoy la piedra angular. Esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos" (Mc 12:10-11; Sal 118:22ss).

Alabanza:  Timoteo le agradece todos los días a Dios por su sobriedad. Nunca olvida que el Señor le concedió la gracia de poder abandonar el consumo de alcohol.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.

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