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Jueves, 28 de mayo de 2015

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Eclesiástico 42:15-25
Salmos 33:2-9
Marcos 10:46-52

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perder los beneficios sociales

"Jesús se detuvo y dijo: 'Llámenlo'. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡' Ánimo, levántate! Él te llama' " (Marcos 10:49).

A causa de nuestros pecados estamos de alguna manera espiritualmente ciegos. Por la gracia, podemos comenzar a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!" (Mc 10:47) Hay muchas cosas que nos presionan para permanecer en silencio (ver Mc 10:48). ¿Y que sucedería si Jesús tuviera piedad de nosotros? ¿Y si Él abriera nuestros ojos? Veríamos nuestros pecados, nuestras vidas, más aún, la realidad tal cual es. Pero las personas que ha sido curadas de su ceguera ya no gozan de la compasión, las comodidades, excusas y simpatías anejas a su anterior condición. Y curados de la ceguera, ¿qué habríamos de hacer? Tendríamos que arrepentirnos. Así que no pocas veces preferimos guardar silencio y seguir ciegos.

La gracia de Dios, sin embargo, nos impulsa a gritar "aún más fuerte:" "¡Hijo de David, ten piedad mí!" (Mc 10:48). Jesús se detiene y nos llama de nuevo (Mc 10:49). Ahora estamos realmente en un aprieto. Jesús pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?" (Mc 10:51) Con coraje, decimos: que "yo pueda ver" (Mc10:51), a pesar de todas las consecuencias aterradoras. Jesús nos dice: "Vete, tu fe te ha salvado" (Mc 10:52). Inmediatamente, recibimos nuestra vista y comenzamos a seguir a Jesús como nunca antes (ver Mc 10:52).

¿Tienes el amor y la fe necesaria para ser sanado de tu ceguera espiritual? ¿Tienes las agallas para ver?

Oración:  Padre, quítame todas las muletas en mi vida.

Promesa:  "El anuncia el pasado y el futuro, y revela las huellas de las cosas ocultas" (Eclo 42:19).

Alabanza:  Jim, un psiquiatra, dona la mitad de sus horas de trabajo a un grupo de consejería cristiana. Imita a Jesús mientras atiende a los quebrantados de corazón y les da libertad a los oprimidos (ver Lc 4:18)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015

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