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Sábado, 12 de abril de 2014

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Ezequiel 37,21-2
Jeremías 31,10-13
Juan 11,45-56

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lider en morir

"Haré de ellos una sola nación en la tierra, en las montañas de Israel, y todos tendrán un solo rey: ya no formarán dos naciones ni estarán más divididos en dos reinos" (Ezequiel 37:22).

Ezequiel profetizó que Israel y Judá estarían unidos después de cientos de años de división, este milagro de unión seria hecho por un descendiente de David, quien sería el príncipe y pastor de esta nación reunificada (Ez 37:24). Ezequiel profetizó unificación a través de un liderazgo divinamente ordenado.

Caifás, el Sumo Sacerdote cuando Jesús murió, también profetizó. Dijo: "¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?" (Jn 11:50). Caifás "No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos" (Jn 11:51-52). La unificación sería efectuada por un Líder ―no por un líder gobernante, organizador, edificante o incluso un luchador, pero por un líder al morir. Jesús los reconcilió con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Porque Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. (Ef 2:16; Col 1:20).

Si queremos traer la unidad a nuestro mundo, dentro de la Iglesia, las denominaciones, los matrimonios, familias y en la comunidad cristiana; junto a Jesús, debemos asumir el camino del sufrimiento y la muerte. Nos corresponde "siempre y a todas partes, llevar en nuestros cuerpos los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la muerte de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo"(2Co 4:10). "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga" (Lc 9:23).

Todos los cristianos "estamos enfrentamos a la muerte por causa de Jesús" (2Co 4:11). No obstante, aquellos que voluntariamente aceptan el sacrificio y la muerte, nos unifican, así como el Padre y Jesús son uno (ver Jn 17:21) se nos invita a tomar esta senda.

Oración:  Padre, por tu amor, en esta semana Santa, que pueda asumir el camino del sufrimiento (ver Heb 10:32).

Promesa:  "Estableceré para ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los instalaré, los multiplicaré y pondré mi Santuario en medio de ellos para siempre" (Ez 37:26).

Alabanza:  Jesús curó a Kim de cáncer del seno.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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