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Domingo, 3 de marzo de 2013

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Tercer Domingo del Cuaresma


Éxodo 3:1-8, 13-15
1 Corintios 10:1-6, 10-12
Salmos 103:1-4, 6-8, 11
Lucas 13:1-9

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la vista desde el cruz

"Porque no deben ignorar…"(1 Corintios 10:1).

Cuando hablas con Jesús, parece como si buscara la forma de hablar sobre el tema del arrepentimiento. Podrías mencionar qué trágica fue la destrucción de las Torres Gemelas, en los Estados Unidos (ver Lc 13:4). Jesús cambia de alguna manera la conversación a nuestra necesidad de convertirnos (ver Lc 13:4-5). Podrías mencionarle lo bonita que está tu Iglesia (véase Mc 13:1ff). Pero Jesús cambia la conversación a la necesidad de estar alerta y en guardia contra la tragedia y el pecado. Te concentras en trabajar duro, y Jesús habla de reformar tu vida (Mt 4:17). ¿Por qué está el arrepentimiento siempre en la punta de su lengua?

La respuesta a esta pregunta reside en tratar de ver las cosas como Jesús. Imagina que has caminando durante al menos tres años, sabiendo que ibas a estirar las manos y tenerlas clavadas a una cruz para que otros se arrepientan. Imagina que estás atado a un pilar y siendo cruelmente azotado hasta caer inconsciente — pagando el precio por los pecados de otras personas. Imagina que estás colgando en terrible agonía en lugar de personas indiferentes a sus propios pecados. Ahora imagina tener un corazón de amor apasionado por cada persona aun cuando éstas no tienen ningún interés en arrepentirse. Ahí tienes al menos una idea de la perspectiva de Jesús y la importancia del arrepentimiento.

Si tuvieras que sufrir todo esto, también insistirías en cambiar el tema. Es decir, luego de haber sufrido tanto, no quisieras que ni una persona perdiera su alma. Debemos ser como Jesús y proclamar este tema: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". (Mt 4:17)

Oración:  Jesús, que Tu muerte no haya sido en vano. Quiero dedicar mi vida a hablar sobre el arrepentimiento para llevar a otros a Ti.

Promesa:  "El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias" (Sal 103:3).

Alabanza:  ¡Alaba a Jesús, Hijo obediente del Padre y Señor resucitado!

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012

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