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Jueves, 7 de febrero de 2013

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Hebreos 12:18-19, 21-24
Salmos 48:2-4, 9-11
Marcos 6:7-13

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Reflexiones Similares

"somos peregrinos"

Él "les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón" (Marcos 6:8).

Hoy en día, a los cristianos les encanta hablar de su camino de fe. Ven la oración, el matrimonio, la moralidad como un camino. A veces esta idea de caminar por un sendero se usa para justificar toda clase de comportamiento pecaminoso. Claro está, no hemos llegado todavía, simplemente estamos de camino.

Sin embargo, el concepto de la vida cristiana como viaje es legítimo, aunque a menudo malinterpretado. El pueblo elegido de Israel, Jesús y sus apóstoles, y la Iglesia primitiva estaban frecuentemente peregrinando. No obstante, Jesús no se sirve de la idea del peregrinaje para excusar pecados, sino como una llamada a la pobreza de la Buena Nueva, de la evangelización y mucho más. Jesús "les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero;" (Mc 6:8). "Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo" (Mc 6:12-13).

Cuando nos encaminemos no pensemos en hacer excusas, más bien, pensemos en la pobreza del evangelio, en predicar, arrepentirse, y curar a los enfermos. Nosotros estamos de camino, y esto significa que hemos de llevar la cruz, con el poder del Espíritu para la construcción del reino de Dios.

Oración:  Padre, permítame llegar a la meta del destino prometido.

Promesa:  "Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel." (Heb 12:22-24).

Alabanza:  María sacrifica su sueño, su energía, su tiempo, su carrera y vida social para invertir ese amor en sus hijos para que sean discípulos de Cristo.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012

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