mejor, amargo no
"Estén atentos para que…no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad" (Hebreos 12:15).
Del contexto de la Escritura anterior, la amargura no se mantiene sola. Se propaga a muchos y puede contaminar a quienes infecta. La amargura parece ser como las plagas de la Edad Media, que aniquilaron a "muchos" (ver Heb 12:15). El autor de Los Hebreos nos exhorta a "estar atentos para que" no surja ninguna raíz amarga. ¿Cómo podemos "cuidarnos" de que no surja ninguna raíz amarga?
Primero, nos miramos a nosotros mismos. Incluso el más leve rastro de amargura en nosotros mismos debe ser inmediatamente desarraigado. Estamos llamados a ser mejores, no amargados. Por ejemplo, María de Betania escogió la "mejor" porción (Lc 10:42) al sentarse a los pies de Jesús para escuchar Sus palabras. Escuchar a Jesús diariamente requiere disciplina, pero esta disciplina "produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella" (Heb 12:11). Traiga cualquier amargura a Jesús. Él es capaz de desarraigar la amargura, si simplemente se lo pide.
A continuación, buscamos raíces amargas en otros. Debemos "estar atentos" para que no surja ninguna raíz amarga, sin embargo, ¿qué acción podemos tomar cuando vemos amargura en otros? "No hay límite para" el poder de nuestros actos de amor y misericordia y nuestra intercesión persistente (1 Co 13:7). Dios los usará para restaurar un corazón amargado.
Oración: Padre, renuncio a todas las raíces y actos de amargura en mi vida. Libérame para llevar tu amor que derrite corazones, a un mundo que está amargado y enojado.
Promesa: "Así es cariñoso el Señor con sus fieles" (Sal 103:13).
Alabanza: San Pablo Miki y sus compañeros oraron por aquellos que los torturaron y asesinaron.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 16 de julio de 2018
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