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Domingo, 22 de diciembre de 2013

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4to domingo de Adviento


Isaías 7:10-14
Romanos 1:1-7
Salmos 24:1-6
Mateo 1:18-24

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noche de paz

"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa" (Mateo 1:20).

Con todo el ruido y bombo de la Navidad, Jesús el Cristo se hace notar a duras penas. Un bebé, sin embargo, generalmente puede atraer atención, aún a la sombra de las ventas navideñas y Santa Claus. Incluso María al tener su bebé en un establo por lo menos obtendrá mención honorífica. Es más, los pastores y los reyes pintorescamente satisfacen nuestros anhelos de fantasía.

Pero José simplemente no califica. Por un lado, él permanece callado, tranquilo. De hecho, no tenemos ni una palabra de José en el relato de las Escrituras. Se le describe como "un hombre justo" (Mt 1:19). Esta no es una historia digna del noticiario; pues no encaja con una Navidad comercializada. Pero parece ser que esa es la persona que necesitamos: alguien quien nos tranquilice y nos haga dar cuenta que hemos sido elegidos para algo fuera de este mundo (Jn 15:19).

Por eso debemos estar alertas a no dejarnos absorber por la Navidad comercializada del mundo. Vivimos en una cultura que tiene todo menos una paz tranquila y un compromiso incondicional. Jesús quiere regalarnos el don de una igual a la de José. "Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas, y la noche había llegado a la mitad de su rápida carrera, tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real" (Sab 18:14-15). En la medida en que la Navidad nos invite a vivir una "noche de paz", ésta será una verdadera "noche de amor".

Oración:  Señor, aplaca y modera mis deseos como un niño tranquilo en brazos de su madre (Sal 131:2).

Promesa:  "...las Sagradas Escrituras acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador por su resurrección de entre los muertos" ( Rom 1:2-4).

Alabanza:  "Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ¡ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!"

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de julio de 2013

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