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Domingo, 22 de octubre de 2017

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29no domingo de T. Ordinario


Isaías 45:1, 4-6
1 Tesalonicenses 1:1-5
Salmos 96:1, 3-5, 7-10
Mateo 22:15-21

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viviendo la vida difícil

"Llegue a ustedes la gracia y la paz" (1 Tesalonicenses 1:1).

Primera Tesalonicenses es probablemente el libro más antiguo del Nuevo Testamento. Por lo tanto, tiene un significado especial. Para comprender mejor estas palabras de san Pablo, debemos entender su vida. Pablo describió su vida de la siguiente manera: "...mucho más por los trabajos, mucho más por las veces que estuve prisionero, muchísimo más por los golpes que recibí. Con frecuencia estuve al borde de la muerte, cinco veces fui azotado por los judíos con los treinta y nueve golpes, tres veces fui flagelado, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y pasé un día y una noche en medio del mar. En mis innumerables viajes, pasé peligros en los ríos, peligros de asaltantes, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los extranjeros, peligros en la ciudad, peligros en lugares despoblados, peligros en el mar, peligros de parte de los falsos hermanos, cansancio y hastío, muchas noches en vela, hambre y sed, frecuentes ayunos, frío y desnudez. Y dejando de lado otras cosas, está mi preocupación cotidiana: el cuidado de todas las Iglesias" (2 Co 11:23-28).

Pablo sufrió mucho en su vida por Cristo. Tuvo una vida muy difícil. Sin embargo, esto lo hizo mejor en vez de peor porque pertenecía "a Dios Padre y al Señor Jesucristo" (1 Tes 1:1). A pesar de sus sufrimientos extremos, Pablo no veía su vida como una serie de tragedias crueles sino como gracia sobre gracia (ver 1 Tes 1:1). Cuando Pablo veía a la gente, especialmente a los cristianos, se mantenía dando gracias a Dios por todos ellos y recordándoles en sus oraciones (1 Tes 1:2). Aunque Pablo era tratado de forma inhumana, él amaba la vida y la gente, porque amaba a Jesús. Vive y ama como corresponde, especialmente si tu vida es difícil.

Oración:  Padre, que todas las cosas trabajen para el bien de los que Te aman (ver Rom 8:28).

Promesa:  "...abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse" (Is 45:1).

Alabanza:  ¡Alabado sea Jesús, El Salvador y Señor resucitado! ¡Alabado sea Jesús, El Redentor, El Mesías y El Rey!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de mayo de 2017.

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